Parkour: el arte del desplazamiento

"Être et durer", la norma máxima del Parkour esconde trás de sí ¿una moda, filosofia, deporte, disciplina? de lo más interesante. El planteamiento es de lo más sencillo, para ir del punto A al punto B de la manera más rápida posible debemos trazar una línea recta superando cualquier obstáculo que se interponga en nuestro recorrido. Y a esto le añadimos: de la manera más fluida y elegante posible; es ahora cuando surge el arte.

Los límites del cuerpo humano están muy lejos de ser alcanzados por el ciudadano medio, al mismo tiempo que nos hundimos ante el mínimo problema; esto es así porque cada vez más vivimos en una sociedad en la que podemos desenvolvernos sin el menor desgaste físico o mental, podemos pasarnos tranquilamente nuestra esperanza de vida como meros espectadores pasivos de ésta. Pero esto no siempre es así, hay una etapa en la vida de toda persona en la que la curiosidad, el riesgo controlado, la libertad, el deporte y el juego se entremezclan creando un sabor único y especial: nuestra infancia.

Tan sólo hay que fijarse en como estan ideados los parques de juegos infantiles para darse cuenta inmediatamente de las analogías: toboganes, puentes colgantes, barandillas verticales, vallas horizontales, columpios, balancines... con un acogedor fondo de arena o goma que nos recibirá el centenar de veces que demos con nuestras manos, rodillas y cabeza contra el suelo. Entonces nos levantamos, y seguimos jugando.

El Parkour recoje esta necesidad de juego y de libertad, y la amplifica gracias a la condición física de un adulto y su templanza para crear recorridos imposibles llenos de elegantes saltos y desplazamientos, quizas aderezados con alguna que otra pirueta. Aunque el sillón hace estragos, y al final le resulta mucho más fácil superar un obstáculo a un niño de 14 años que a un joven de 23. Por supuesto que se necesita una buena condición fisíca, consciencia de los propios límites y afán de superación, pero permitidme que os aconseje que lo probeis. Para saltar de una azotea a otra hacen falta años, pero todos podemos pasar una valla, trepar un muro o rodar en la playa; al menos haz el pino de vez en cuando, columpiate, salta a la comba o trepa a un árbol.

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